sábado, 19 de diciembre de 2009

De hoy, las palomas, los perros y la iglesia...

Son las seis y media de la mañana de un viernes bendito. Hay cuarenta y ocho palomas alimentándose por ancianos en el parque y una iglesia que las observa amorosamente.
Juras que hoy será tu mejor día mientras te lavas la cara pelada de frío y a lo lejos hablan los perros y ladran los hombres.
Al mismo tiempo está un árbol sonriéndole a tu casa.
Te gusta ver los platos con restos de comida en la mesa que se sobró de la otra noche y el té frío en la mañana lo adoras porque te recuerda a tu padre, que hundía su pan en el té hasta que se combinen ambos formando una masa pastosa.
Hoy parece de verdad ser tu mejor día. Te has lustrado los zapatos, usado tu cadenita de la suerte, cepillado los dientes y el pelo... estás brillante como cuando eras niño y creías que tu madre era un ángel sólo porque te enseñaba buenas lecciones a golpes, ella te ha pedido perdón antes de morir por todos los años de sufrimiento y quise que le digas que no la perdonarías jamás pero tú, ingenuo, le has dicho que creías que era un ángel ¡qué tontería! A veces reniego de ti y otras veces me da gusto que parezcas un cordero pequeño, muy manso y que aguanta todo lo el resto no aguantaría.

Son las siete y diez minutos. Estoy ansioso porque he sabido que hoy harás un largo viaje a mi casa exactamente a las ocho de la mañana ¿Cómo? Un auto está estacionado detrás de la iglesia y dentro del auto está una niña de siete años, la niña está enojada con su padre porque le compró una muñeca de cabello rojo y ella quería una de cabello rosa. El color del cabello es muy importante. La niña piensa en cómo vengarse del padre. El padre está afuera del carro conversando con el cura. La niña no es mala pero quiere vengarse, así que trama algo pequeño: esconder las llaves del auto. El padre se despide cortesmente del cura, quien sonriéndole lo bendice. La niña finge dormir mientras su padre se percata de la ausencia de las llaves. Se enfurece. Busca la llave con prisa y desordena los paquetes de compra que hay en el carro. Se demora media hora en encontrar la llave en el bolsillo de la niña quien ya está dormida realmente. Un ansia por irse lo hace conducir a prisa mientras no se da cuenta que debajo de su pedal de frenos está la muñeca de cabello rojo.

Sé que es absurdo que mueras por la culpa de una niña y su muñeca pero todo recurso es necesario para mí, te quiero cerca, vivendo en mi casa, envolviéndote entre mis sábanas, preparándome esos tés que tanto te gustan, dibujándome en tus lienzos aunque no tengas la habilidad o sencillamente sabiendo que compartimos el mismo aire y volvemos a ser amigos como antes, en los tiempos míos en que me sobraba la sangre y la vida.