jueves, 18 de febrero de 2016

Un último abrazo

- Nena, no puedes follarme e irte así.
- Es la única forma que conozco de irme.
- ¿Y qué hay de lo que me dijiste? Me hablaste de amistad, de cariño...
- Pero nunca de eternidad.
- Bueno, siempre tendrás la llave de mi apartamento.
- Las he arrojado por la ventana mientras dormías.
-¿Y por qué has hecho eso?
- Tu idea de follarnos todo el tiempo, me aterra.
- ¿No me darás si quiera un último beso?
- Podría darte un "no le encuentro sentido".
- ¿Y si te digo que he empezado a sentir algo especial y sublime por ti? ¿Y si te dijera que conocerte me ha liberado de toda esa confusión y dolor que antes sentía?¿Qué me dirías?
- Que empiezas a asustarme.


Ella cogió su bolso y se dirigió a la puerta.

-Oh... ¿sabes?
 Hace unos minutos te llamó una joven. Dejó un mensaje en tu contestadora.
Se llamaba Bárbara.
Justo como el nombre que mencionaste apasionadamente mientras dormías.
Curioso, ¿verdad? Justo cuando ambos acabábamos de despejarnos del pasado, éste nos llama otra vez. e incluso nos deja un mensaje...
Justo cuando creíamos habernos enamorado nuevamente y entregado por completo a una nueva persona...


Diciendo ésto, se retiró a prisa del apartamento de su fugaz amante.
Sus gafas oscuras ocultaban sus nacientes lágrimas y de su garganta parecía emerger un amargo quejido a punto de estallarse.

Mientras tanto, el joven de nuestra historia, se levantaba de la cama de un salto a revisar su contestadora.
Marcó en el teléfono su secuencia de números favoritos. Aquellos números gloriosos que tanto le habían costado olvidar.

- Aló, ¿Bárbara?


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